Tradujimos parte de esta NOTA de la editorial de “THE LANCET” por su RELEVANCIA ACTUAL
https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(25)00094-7/fulltext
Las NEGRITAS son nuestras…
La desinformación sobre la salud (datos falsos o engañosos compartidos sin intención) y la información maliciosa (información deliberadamente engañosa o FAKE NEWS) no son nuevas, pero la pandemia de COVID-19 marcó un punto de inflexión. La sensación de ansiedad y urgencia, junto con el aumento del uso de las redes sociales y las interpretaciones políticamente cargadas de la pandemia, fomentaron la difusión de una serie de afirmaciones engañosas sobre el virus y las contramedidas médicas. La desinformación sobre la salud se utilizó como propaganda, explotando el miedo, socavando la confianza pública y obstaculizando la acción colectiva en momentos críticos.
Hoy en día, el contenido engañoso en las redes sociales impregna la información sobre la prevención y el tratamiento del cáncer; puede llevar a los pacientes a abandonar tratamientos basados en evidencia en favor de alternativas respaldadas por influencers; minimiza la gravedad de las condiciones de salud mental; y promueve suplementos no regulados que afirman funcionar para todo, desde la pérdida de peso hasta la reversión del envejecimiento. La información maliciosa se ha convertido en un instrumento deliberado para atacar y desacreditar a científicos y profesionales de la salud con fines políticos. Los efectos son destructivos y dañinos para la salud pública.
La sensación de que esta amenaza no se está tomando lo suficientemente en serio por parte de las empresas tecnológicas se ejemplifica con la reciente decisión de Meta de poner fin a la verificación de hechos. Facebook (como otras redes sociales) ya era una fuente importante de desinformación sobre la salud, pero aunque la verificación de hechos no puede eliminar completamente el material inexacto, marca una diferencia, y su eliminación abre las compuertas para contenido dañino. Debido a que la información maliciosa a menudo se propaga más rápido que los hechos, es esencial que los hechos se transmitan de manera que no dejen espacio para la mala interpretación. El anuncio de Mark Zuckerberg es parte de una tendencia de retroceso de la supervisión que puede dejar la impresión de que se está perdiendo la batalla por los hechos. (Continúa…)
(continúa) La OMS ha estado tomando medidas para fomentar la comunicación responsable de la información sobre salud y para señalar contenido engañoso. Las redes sociales pueden ser una fuerza para el bien, y hay individuos que trabajan para educar al público de manera creativa y efectiva. Combatir la desinformación no es tan simple como solo corregir los hechos; también implica abordar la manipulación intencional y la forma en que los algoritmos dirigen la atención de las personas, dejando a los individuos a navegar una mezcla compleja de ciencia y ficción por sí solos. El contenido generado por inteligencia artificial (IA) presenta desafíos crecientes, pero la IA también puede ayudar a señalar contenido sin base científica, aunque no puede reemplazar la enseñanza a las personas sobre cómo verificar hechos e identificar fuentes creíbles.
Combatir la desinformación requiere un enfoque sistemático similar al de frenar la propagación de agentes infecciosos: encontrar y contener la fuente; identificar proactivamente a los más vulnerables a sus efectos; e inmunizar a la población contra afirmaciones falsas proporcionando recursos educativos claros. No puede dejarse a esfuerzos voluntarios e individuales. La Investigación sobre COVID-19 del Reino Unido ha publicado esta semana su registro Every Story Matters sobre las experiencias del público con el desarrollo y la implementación de vacunas y terapias contra el COVID-19. En conjunto, los testimonios subrayan no solo el valor de la información precisa, sino también la importancia central de la confianza y las respuestas emocionales, desde la esperanza y el alivio hasta el escepticismo y la ansiedad, durante las crisis de salud pública. Comprender y cambiar las narrativas que influyen negativamente en las decisiones de salud como determinantes emocionales de la salud es esencial. En lugar de simplemente simplificar hechos complejos, los gobiernos y los comunicadores científicos deben esforzarse por garantizar que los mensajes de salud pública sean relevantes para el individuo; no solo proporcionar información precisa, sino también fomentar un entorno de confianza y comprensión, y reconocer áreas de incertidumbre y desconocimiento. La comunidad médica también tiene un papel clave, a través de comentarios, investigaciones y defensa.
La desinformación y la información maliciosa ya no pueden verse simplemente como una molestia académica, sino que son una amenaza para la sociedad. Solo si reconocemos esa amenaza y actuamos proporcionalmente, podemos responder al peligro y combatir la marea de desinformación e información maliciosa que tiene el potencial de socavar seriamente la salud pública.
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1 Comentario
Excelente nota, justamente esta semana escuché de boca de un profesional médico argumentos sobre la presencia de, y cito literal: ” toda la tabla periódica en las vacunas para la COVID 19 de todos los laboratorios….” Cómo vamos, la peor pandemia será provocada por las fake news. Muchas gracias