En un entorno cada vez más volátil e incierto, conocido como el mundo VICA (volátil, incierto, complejo y ambiguo) y BANI (frágil, ansioso, no lineal e incomprensible), las organizaciones de salud enfrentan el desafío de adaptarse rápidamente para satisfacer las necesidades de sus beneficiarios. La agilidad en salud propone un cambio de paradigma, donde el destinatario, en lugar de la jerarquía, se convierte en el eje central. Esta mentalidad ágil transforma las prácticas tradicionales, fomentando el aprendizaje constante y la flexibilidad en la respuesta ante los cambios.
La filosofía ágil se basa en cuatro pilares fundamentales para las organizaciones de salud: equipos pequeños y motivados, transparencia en la comunicación, enfoque en el destinatario y un proceso de experimentación continua. Estos valores promueven un ambiente colaborativo, donde cada miembro del equipo contribuye con ideas y es responsable de su rol en el proceso. Esta metodología no solo mejora la eficiencia operativa, sino que también aumenta la satisfacción y experiencia del beneficiario, ya que las necesidades se abordan de forma proactiva y en constante evolución.
La implementación de la agilidad en salud implica prácticas como el “stand-up diario” para alinear al equipo, la realización de retros y la gestión de proyectos con un propósito compartido y visible. Estas dinámicas favorecen un enfoque de mejora continua y permiten a las organizaciones adaptarse rápidamente a los cambios. En Fundación FIGSA, la adopción de este enfoque ágil está transformando la manera de trabajar, poniendo al beneficiario en el centro de cada decisión y fomentando una cultura organizacional que valora la transparencia y la experimentación.
Envíanos un WhatsApp